Se hace inevitable hablar de Halloween sin hacer referencia a su apabullante dirección. Carpenter —probablemente el más talentoso director que ha dado el género— transforma el idílico Haddonfield, de unifamiliares tranquilos y calles amplias, donde todo el mundo se conoce, en el infierno en la tierra. Y lo hace mediante ligeros, largos y matemáticos travellings, que acechan a cualquier vecino.

Es magistral el uso tanto del espacio —su apertura, en subjetivo, es ejemplar— como del sonido —la minimalista banda sonora—. Nos sentimos observados, sabemos en todo momento que Myers está ahí —algo tan sencillo como esa respiración entrecortada pone los pelos de punta—, pero la cámara busca y explora cualquier recoveco que pueda servir de escondite a su carismático serial killer. Todo esto sin necesidad de jump scares innecesarios, manejando el tiempo y el plano a su antojo.

Y, vaya, que tampoco me voy a enrollar repitiéndome y contándoos cosas que ya hice la primera vez que la vi.

| Hoop-tober 4.0 | #19